Una leyenda cuenta que antaño un caballero templario murió junto a la puerta de la iglesia de la Vera Cruz cuando defendía la Santa Reliquia.
Su cadáver fue instalado en el interior del templo para ser velado, pero cuando la gente se hubo marchado, los cuervos penetraron por las ventanas. Por la mañana no quedaba más que un esqueleto. Entonces, el prior de la orden proclamó: “¡Yo os maldigo, repugnantes pájaros, por haber profanado este sagrado lugar! Y en castigo ni vosotros ni vuestros descendientes podréis posaros jamás sobre esta Iglesia". Esto explica que desde entonces nadie haya visto estos pájaros acercarse al templo de la Vera Cruz.
Según otra leyenda, durante siglos, las golondrinas hicieron sus nidos en la Vera Cruz porque siendo ellas las que habían quitado las espinas de la corona de Cristo, eran las únicas que podían velar la Reliquia Sagrada.